Desde pequeños nos comienzan a programar con los cuentos de Adas. Los romances perfectos entre princesas y príncipes con sus finales felizmente azucarados nos distorsionan la realidad. Y nuestra más grande aspiración romántica es tener un príncipe o princesa.
En la película el príncipe anda buscando a quien le ajuste el zapato de cristal que Cinderella había perdido la noche del baile para casarse y vivir feliz siempre, o hasta que la muerte los separes. Los príncipes y las princesas son súper apuestos, con la excepción de Fiona, la princesa de Shreck.
Esas son las expectativas que residen en el inconsciente cuando buscamos parejas. No obstante, la realidad es distinta. Las parejas discuten, se enojan, ríen, lloran y trabajan arduamente en mejorar su relación. Una relación implica trabajo, compromiso a estar juntos y resolver los problemas que surjan sin correr, sin darse la espalda cuando las cosas se ponen difícil. Persistir, pacientemente cuando uno de los dos quieres darse por vencido. Esto es lo que las parejas exitosas hacen. Ellos saben que una relación se construye. No como en los cuentos de Adas, adonde todo es perfecto.
Hg 23/4/22
Por el doctor Héctor Geager