Por Araceli Aguilar Salgado
“Así quiero pasar el resto de mi vida contigo, ver caer el sol cada tarde, siempre a tu lado.”
La idea de conmemorar el Día Mundial del Matrimonio nació en Louisiana, Estados Unidos, en 1981, cuando varias parejas solicitaron al gobernador del estado, alcalde de Baton Rouge y Obispo, que proclamaran a San Valentín como el día de “Creemos en el matrimonio”.
Debido al éxito que tuvo esta celebración, la propuesta pasó a manos de la Mesa Nacional de Encuentro Matrimonial Mundial de Estados Unidos, entidad que aprobó la petición rápidamente, por lo que, al siguiente año, casi todo el país norteamericano festejó esta fecha especial, mismo que se extendió a las bases militares que se encontraban en todo el mundo.
Para 1983, el nombre fue cambiado a Día Mundial del Matrimonio y se extendió con gran acogida en otras regiones del planeta, ya que se honra a los esposos, quienes son un pilar fundamental en la sociedad.
Es una honra a los formadores de cada familia y detrás de ellos la formación y crianza de hijos, transmisión de amor, valores, cultura del trabajo, educación y compromiso con la sociedad
Se dice que el estado más feliz del ser humano es el enamoramiento, y el amor a la pareja puede derivar en el matrimonio, un estado civil que poco a poco va en decadencia.
ara las parejas, principalmente los enamorados, son múltiples las razones por las cuales desean casarse, y mucho influye la edad, la escolaridad y estado socioeconómico.
Entre los principales motivos por los que deciden unir sus vidas ante la sociedad bajo alguna religión o por lo civil son el deseo de emprender una nueva aventura uniendo sus vidas, compartir sus metas, el grado de confianza de uno hacia el otro, dar el siguiente paso después de mucho tiempo de novios.
La unión de dos personas puede ser bajo ritos religiosos y/o jurídico, y es una de las instituciones más antiguas en el mundo.
Tal como ocurre con otros eventos de gran importancia, el matrimonio también tiene su día especial, no es una fecha en específico, ya que es el cuarto o último domingo de cada abril, y este 24 de abril de 2022 será el Día Mundial del Matrimonio.
Todo comienza con la atracción irresistible hacia otra persona que deriva en enamoramiento, en donde la química emocional juega un factor importante en la formación de un vínculo duradero: una pareja, encontrando de esta manera a la persona ideal.
Claro está, que existen otros elementos ajenos al amor que inciden en la unión entre dos personas: el interés, requisitos exigidos por la Sociedad, la obligación o la soledad. Estamos hablando de una de las instituciones sociales más antiguas del mundo: el matrimonio.
Es por ello que cada último domingo del mes de abril celebramos el Día Mundial del Matrimonio.
El matrimonio es considerado una de las instituciones sociales más sólidas y aceptadas culturalmente, que establece un vínculo conyugal entre dos personas, creando un lazo de parentesco. Es reconocido y consolidado por normas legales, prácticas comunitarias, religiosas y morales.
La palabra matrimonio proviene del latín matrimonium. Se deriva de la expresión «matris munium», proveniente de dos palabras del latín: «matris» que significa «madre» y «munium» («gravamen o cuidado»), que significa «cuidado de la madre por el marido/padre».
Dependiendo de la cultura y la religión, implica el mutuo acuerdo de una unión basada en la monogamia y procreación de hijos, entre otros aspectos. En tal sentido, se ha estipulado tradicionalmente y legalmente al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.
Ya en los últimos años se ha observado un cambio significativo de este precepto, por parte del movimiento LGBT, logrando que en algunos países se reconozca legalmente la unión entre dos personas del mismo sexo.
La unión conyugal entre dos personas implica una serie de derechos, deberes y requisitos, que varían de acuerdo a cada cultura, religión y ámbito legal en las diversas sociedades del mundo.
Actualmente existen dos formas de matrimonio: civil (regido por las leyes del Estado, que contemplan derechos, deberes y requisitos) y religioso (de acuerdo a las normas y costumbres de la religión bajo la cual se celebra).
El matrimonio desde el punto de vista religioso
A continuación, compartimos cómo se celebran los matrimonios, de acuerdo a las siguientes religiones:
Iglesia Católica: Constituye uno de los siete sacramentos de la religión católica, celebrando la unión ante Dios entre dos personas bautizadas.
Es una unión indisoluble y de por vida, a excepción de la muerte o fallecimiento de uno de los cónyuges.
La máxima expresión del matrimonio es la procreación de los hijos.
Se opone a la poligamia, el adulterio, la unión entre personas del mismo sexo y el divorcio.
Cristianismo Evangélico: El matrimonio es un acto civil y de mutuo acuerdo entre los cónyuges.
No se considera una celebración religiosa.
Judaísmo: El matrimonio se sustenta en las leyes de La Torá, en donde la pareja se dedica de forma exclusiva al otro (kiddushin).
Tener hijos es considerado un mandamiento.
Desde el punto de vista espiritual el matrimonio es la unión de dos personas en una sola alma. Bajo esta premisa, se considera que un hombre está incompleto si no está casado.
La biblia hebrea describe varios matrimonios con múltiples esposas, siendo la poliginia uno de los contratos más comunes representados en el antiguo testamento.
El judaísmo reformista aprobó en el año 1996 la unión entre personas del mismo sexo, acotando que el matrimonio religioso debe celebrarse entre un hombre y una mujer.
Islamismo:Es un contrato legal firmado por los contrayentes, denominado nikah.
De acuerdo a la ley islámica solamente el cónyuge tiene permiso legal para obtener un divorcio, por cualquier motivo.
El matrimonio celebrado entre suníes (grupo musulmán) debe contar obligatoriamente con un mínimo de dos testigos (un guardián de la novia y otro invitado).
El matrimonio entre islamistas chiitas se puede celebrar sin la presencia de testigos.
Hinduismo: El matrimonio es un deber sagrado, con obligaciones religiosas y sociales.
Entre las modalidades de matrimonio existentes se destacan el gandharva vivaha (matrimonio instantáneo con consentimiento mutuo), el rakshasa vivaha (también denominado matrimonio demoniaco, donde la pareja secuestra a su esposa). El matrimonio arreglado entre las familias de los contrayentes se sigue realizando en gran parte del subcontinente de la India.
Las bodas son festejadas con la participación de grandes multitudes, con música, bailes, rituales y comidas para bendecir a la pareja.
Budismo: El matrimonio es secular, celebrado al margen de consideraciones religiosas.
No es de carácter prohibitivo no obligatorio.
La ceremonia civil se realiza de acuerdo a las leyes civiles.
La unión puede ser bendecida por monjes en templos locales.
La relación de pareja con la persona que hemos desposado y elegido para toda la vida es (el matrimonio), en su esencia y naturaleza profunda, una relación donde se ha de tener buena voluntad y buscar la empatía con el cónyuge
La benevolencia en el matrimonio Sin duda ya habrás conocido a parejas que manifiestan a través de sus actitudes, privadas o públicas, indiferencia, falta de atención, irritación, incomprensión, en resumen, muy poca benevolencia recíproca. ¡Qué desolación ver a parejas peleando fríamente, ofendiéndose e insultándose! Duele aún más cuando se trata de nuestros propios seres queridos.
Que la vida de pareja (en el matrimonio) implica momentos de armonía más difíciles, habida cuenta de los altibajos de la vida, no es un secreto para nadie. ¿Disponemos de verdad de los medios para vivir y para cultivar esta disposición que no siempre es “natural”, pero que puede llegar a serlo? La clave está en la definición misma de benevolencia: “que tiene buena voluntad o simpatía hacia las personas o sus obras”.
En efecto, será necesario orientar nuestra voluntad hacia el bien para el bienestar de nuestra pareja. Y para ello, habrá que entrenarse y poner en práctica una ascesis particular. En la antigua Grecia, la palabra ‘ascesis’ designaba el entrenamiento y los ejercicios necesarios para la realización de un objetivo, deportivo o de otro tipo. De modo que hemos de entrenarnos en el bien para que se convierta en una segunda naturaleza.
Para empezar, preguntémonos:
En nuestra pareja, ¿qué benevolencia tenemos el uno hacia el otro?
¿Cómo nos hablamos, nos miramos y nos escuchamos?
¿Cómo cuidamos de nuestra esposa o esposo?
Y no solamente cuando esté enfermo o enferma, sino en nuestras interacciones “ordinarias”.
¿Qué atención tengo a sus deseos, sus necesidades y sus sueños?
Una evaluación de la situación un tanto incisiva, sin duda, pero una apuesta vencedora si se vive con humildad.
Con ella ganaremos alegría y paz. La alegría de amar y la paz de los corazones, un regalo sagrado para nuestra pareja. “¡Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!”, Marie-Noël Florant.
“La vida es mía, pero mi corazón es tuyo. La sonrisa es mía, pero el motivo de ella siempre eres tú.”
Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Presidenta del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Analista y comentarista mexicana, del Estado de Guerrero, México.