Por Araceli Aguilar Salgado
“La desigualdad implica que haya más personas enfermas, y menos que puedan recibir una educación y llevar una vida feliz y digna. La desigualdad envenena nuestra vida política, alimentando el extremismo y el racismo, socava la lucha para poner fin a la pobreza, y hace que el miedo se imponga a la esperanza para una gran parte de la población”
La economía mundial debe llegar a ser ambientalmente sostenible e inclusiva para que la Agenda 2030 tenga éxito y lograr una recuperación centrada en las personas requerirá una cuidadosa coordinación y equilibrio de las políticas macroeconómicas para que proporcionen suficiente apoyo a la inversión en las personas y el planeta, a la vez que frenen la inflación.
Por lo que sigue siendo esencial el apoyo para invertir en una agenda transformadora para la igualdad de género, en la protección de los trabajadores garantizando los derechos fundamentales en el trabajo y la salud y seguridad en el trabajo y en la protección social universal.
La OIT apremió a crear trabajo decente en las economías verde, del cuidado y digital, a fin de contribuir a una transición justa hacia economías neutras en carbono y evitar que las desigualdades se afiancen para el Empleo y la Protección Social para una Transición Justa podría crear al menos 400 millones de puestos de trabajo para 2030, principalmente en las economías verdes y de los cuidados, y ampliar los niveles de protección social a más de 4.000 millones de personas que actualmente no están cubiertas.
Un paquete transformador de políticas de cuidados, basado en el acceso universal, podría generar cerca de 300 millones de puestos de trabajo, crear un mundo laboral mejor y más igualitario en cuanto a género, y garantizar que nadie se quede atrás en la transición hacia economías netas cero.
Para fomentar una transición en la que los beneficios se repartan ampliamente y se proteja a los más vulnerables, el sector financiero podría desplegar varias palancas, por ejemplo, integrando plenamente el trabajo decente en las inversiones financieras, comprometiéndose con los beneficiarios y los clientes para promover el diálogo social, garantizando el acceso a la financiación de las PYME en los sectores verdes, y una sólida planificación de la transición justa.
Fomentar una recuperación centrada en las personas es más urgente que nunca dado que las perspectivas para 2022 siguen siendo frágiles debido al aumento del número de casos de COVID-19, a la mayor inflación y al impacto de la agresión rusa contra Ucrania en la economía mundial.
La recuperación del mercado laboral en 2022 será más lenta de lo previsto inicialmente y se espera que el desempleo mundial se mantenga por encima de los niveles anteriores a la COVID-19 hasta al menos 2023.
Especialmente preocupante es la agravación de las desigualdades dentro de los países y entre ellos, algo que probablemente necesitará años para repararse, con posibles consecuencias a largo plazo para la participación en la fuerza laboral, los ingresos de los hogares y la cohesión social.
Incluso antes de la agresión de la Federación Rusa contra Ucrania, las estimaciones apuntaban a un déficit de horas trabajadas a nivel mundial equivalente a 52 millones de empleos a tiempo completo en relación con el cuarto trimestre de 2019.
Aunque esta última proyección supone una mejora respecto a la situación en 2021, sigue siendo casi un dos por ciento inferior al número de horas trabajadas a nivel mundial antes de la pandemia. La guerra en Ucrania está empeorando las perspectivas económicas, creando una triple crisis – en las finanzas, el combustible y los alimentos – que aumentará la pobreza y el hambre y conducirá a resultados sustancialmente peores en el mundo del trabajo.
De cara al futuro, los responsables políticos se enfrentan a decisiones difíciles y predijo que los llamamientos a la política monetaria y fiscal se endurecerán a un ritmo más rápido para tratar de frenar la inflación.
Sin embargo, la recuperación económica sigue necesitando apoyo macroeconómico para ser sostenible. Lograr una recuperación centrada en las personas requerirá una cuidadosa coordinación y equilibrio de las políticas macroeconómicas para que proporcionen suficiente apoyo a la inversión en las personas y el planeta, a la vez que frenen la inflación.
Por lo que es esencial el apoyo para invertir en una agenda transformadora para la igualdad de género, en la protección de los trabajadores garantizando los derechos fundamentales en el trabajo y la salud y seguridad en el trabajo y en la protección social universal.
La participación de los representantes de los trabajadores y de los empresarios en la toma de decisiones a través del diálogo social garantiza que estas inversiones sean mutuamente beneficiosas para las empresas y los trabajadores y tengan repercusiones macroeconómicas positivas y efectos indirectos.
De cara al futuro, los responsables políticos se enfrentan a decisiones difíciles, dijo, y predijo que los llamamientos a la política monetaria y fiscal se endurecerán a un ritmo más rápido para tratar de frenar la inflación.
“Lograr respuestas diferenciadas e inclusivas ante la pandemia o cualquier otra situación de emergencia, es clave para avanzar hacia la equidad social”, ha argumentado Elena Gentili,
Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Presidenta del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Analista y comentarista mexicana, del Estado de Guerrero, México. E-mail periodistaaaguilar@gmail.com