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domingo, noviembre 3, 2024
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El Padre de la Ética Periodística en América Latina el Dr. Javier Darío Restrepo a 4 años de su partida seguirá vivo su legado

Por Dr. Amín Cruz

“El periodista ético es eso: un valor de toda la sociedad, y defenderlo para que mantenga todo su peso moral y su credibilidad, es parte de su responsabilidad con toda la sociedad.” Javier Darío Restrepo.

En su 4° aniversario del fallecimiento en Bogotá Colombia el 6 de octubre de 2019, gran maestro y Padre de la Ética Periodística en América Latina el Dr. Javier Darío Restrepo, el Congreso Hispanoamericano de Prensa recordamos al que en vida, realizó grandes aportes, enseñanzas y su gran legado en todo América Latina, sus colegas y amigos lo evocamos con gratitud y un gran cariño, su vida y trabajo son un recordatorio de que el periodismo puede ser una fuerza poderosa para el bien cuando se practica con integridad y responsabilidad.

El Padre de la Ética Periodística en América Latina y el mundo el Dr. Javier Darío Restrepo seguirá siendo una fuente de inspiración para todos aquellos que buscan la excelencia en el periodismo y la ética

Considerado un maestro de maestro por generaciones de periodistas de América y el mundo, que aprendieron de él su pasión por el oficio y lo admiraban como referente ético, pero, además, era un ser que traspasó el tiempo con su ejemplo, sencillez, honradez, transparencia, sociabilidad, solidaridad, humildad, caballerosidad, objetividad, prudencia y elegancia en la pedagogía de su trabajo y enseñanza.

El Dr. Javier Darío Restrepo, forjó su camino profesional basado en la ética del oficio fue cofundador, guía, maestro, ejemplo de humildad y entrega desinteresada del Congreso Hispanoamericano de Prensa, el mismo que nos compartió y acompañó por 18 años en nuestros eventos locales nacionales e internacionales.

Era un hombre de una nobleza extrema de alta dimensiones y desde su inicio estuvo ligado a la historia y trayectoria del Congreso Hispanoamericano de Prensa y en la formación, siempre disponible a escuchar y ayudar a los periodistas y personas que le solicitara su ayuda e información en todas las jornadas de los cónclaves del Congreso de Prensa.

Javier Darío Restrepo era una persona intachable, era un hombre honrado, recto, justo, leal, laborioso, generoso con buenas acciones y valores humanistas, con visión clara sobre la educación y la tecnología, un gran apóstol viajero, misionero de la paz y el bien por América. «El periodismo no es un poder, es un servicio», decía Javier D. Restrepo.

Indicaba el maestro Dr. Restrepo que la calidad periodística y la ética propone unas ideas claras. Que las dos son un matrimonio indisoluble: “la mayor garantía de que una pieza periodística es de calidad es el perfil ético del periodista”.

Igual nos indicaba que la premisa formulada al revés también es válida: la mayor garantía de que un periodista es ético es que sus piezas periodísticas son de calidad. También que la ética, como el oficio del reportero y del editor, no son algo que se alcanza en algún momento, y se guarda como trofeo en un anaquel.

La ética es una práctica, es una manera de hacer las cosas, y se ejercita y se pone a prueba con cada historia periodística, los valores mencionados aquí que guían esa práctica el compromiso, el coraje, el reto de cambiar algo todos los días, la consciencia también se enriquecen con cada viaje en busca de la verdad.

De estos valores que menciona el maestro, me gustaría detenerme en uno que generalmente no se incluye, en reflexiones similares, entre las virtudes que debe tener un reportero: el compromiso. No es una dependencia a un interés o una militancia a una causa. Es la lealtad.

En el caso del periodista, consideró, la promesa central al público es la de velar por su interés y denunciar todo aquello que lo ataque. Esa debe ser la brújula que guía su trabajo. Pero como es tan difícil definir el interés público y muchas veces una historia encuentra intereses de públicos enfrentados, esto requiere de un compromiso con los más vulnerables. Hay que llegar a sentir con ellos sus penurias, conmoverse, indignarse, oler y entender las vergüenzas de nuestras sociedades.

La enseñanza que nos dejó el Dr. Restrepo, en el siglo XX y XXI en América y en el mundo periodístico no tiene paradigma. Por eso, dice el maestro, no es ético ese periodista que mira el mundo como desde una ventana, con guantes de cirujano y tapabocas, y pretende con ello estar guardando la “objetividad”.

Hay que seguir enriqueciendo cada historia con todas las fuentes, datos y documentos posibles. Y estar dispuestos con toda honestidad a que un dato real dañe una gran pieza, pero eso no nos hace observadores neutrales que, entre otras cosas, no existen nos eleva a un pedestal como si las desgracias y los triunfos de nuestros congéneres no nos tocaran.

El compromiso es no dejar de estar entre ellos y siempre interactuar en horizontal, como iguales. En la era digital, ese compromiso debe estar además ligado a otro valor inmenso para el periodismo: la transparencia, el maestro trato de manera intacta, directa e inédita una enseñanza que muy poco maestros la han puesto al servicio de los más humildes de las sociedades de este mundo

Si cuentan sus historias a nombre de lo que es para beneficio común, más vale que le digan a ese común, a ese público, de dónde salieron sus verdades, qué documentos las validan y qué fuentes consultaron. (Esto último no quiere decir revelar fuentes que pueden estar en peligro, ni traicionar la confianza de alguna que habló fuera del récord, sino que, cuando no pueden decir nombres, por lo menos la gente sepa desde qué lugar y que intereses habla esa fuente).

Si ponen en las manos del público las evidencias y le dicen, con franqueza también, aquellas que no encontraron, ellos mismos sacarán sus conclusiones y les será claro si ustedes hicieron todo lo que estaba a su alcance para reportear en contra de sus propios prejuicios.

Entonces podrán decir con voz más recia que, en efecto, su negocio es el de defender el patrimonio de toda la sociedad. Y ahí estará anclada su credibilidad. El dilema ético es constante porque se mueve con los tiempos, se ajusta a la moralidad pública que cambia con la historia y en cada cultura. El editor y el periodista conviven con él, como un jinete avezado maneja sus riendas.

Un medio periodístico, sin importar su formato, que lleva años cultivando la reflexión y el pensamiento entre sus reporteros, y analiza y sopesa cada día sus dilemas, va cultivando entre el público la confianza.

De ahí que su huella y su influencia pueden tener mayor alcance y duración que las de un poderoso político o una corporación multinacional, el maestro resalta este poder de largo aliento de los medios éticos, los que se basan en “su credibilidad y sus razones”.

Solo un periodista disruptivo en un entorno gris de noticias repetidas, al son de los palacios de gobiernos y las sedes corporativas, asegura que la historia también sea la de los ofendidos abusados, los estafados.

Un solo reportero que junta los hechos hilando las responsabilidades de quienes toman decisiones contribuye a que se identifique y se comprenda una política de paz que no lo es y un sistema amañado que justifica la prolongación de una guerra.

“Hoy se habla de una ética de la memoria y del olvido dice el maestro en ese manejo del olvido, memoria y de los silencios están comprometidos derechos y la dignidad de los otros, por eso adquieren esa dimensión ética” dijo el maestro Dr. Restrepo y añadió, en el fondo volvemos a lo mismo: la ética periodística es la de verificar, volver a verificar con diversas fuentes y versiones, y conectar con la historia que rodea a los hechos, ponerlos en un mapa que permita al público ubicarlos.

El ejercicio sería inútil si no llevara a mejorar la práctica, ahí, el maestro nos recuerda que las palabras que usamos no son neutras porque con ellas comprendemos y explicamos el mundo. Ellas pueden ser instrumentos que en labios de políticos, publicistas o mercaderes inescrupulosos se usen para deshumanizar, o pueden ser herramientas para explicar, incluir, invitar a la reflexión; es decir, para humanizar.

El uso que les demos a las palabras, sin embargo, no depende de que tengamos la mejor intención, ni de la bondad de nuestros corazones. Un violinista que no sabe leer música ni práctica su instrumento todos los días desafinará en un concierto, no importa que sea la persona que más aprecie la buena música o la más generosa.

Con la lógica inversa, un periodista que lea a los mejores escritores, estudie el uso del lenguaje, busque sus palabras con esmero para que signifiquen lo que quiere decir con precisión, y además apele a la enorme gama de opciones de expresión que le dan su lengua y los formatos digitales, producirá piezas periodísticas de mejor calidad, que a su vez ayuden a incluir, a comprender, a igualar… en fin, a humanizar el mundo.

La ética que surge de todas las anteriores, al ofrecer verdades más claras y palabras más justas, lo entiendo yo al maestro, construye esperanza. Ese es el mensaje último que nos dejó, que el periodismo bien ejercido y bien vivido es una fuerza para cambiar las cosas.

Quizás es por todo ello que el maestro Javier Darío llevaba siempre esa sonrisa puesta, aún en los tiempos tristes en los que vivimos. Es la satisfacción del sabio, que sin sentirse más que un reportero, había descubierto hacía ya tiempo por qué el periodismo le da tanto aliento al mundo.

Compartió su trayectoria como periodista en diversos ámbitos, su experiencia profesional de casi 70 años escribió cerca de treinta libros sobre ética periodística, dos novelas y numerosos ensayos. El decálogo del buen periodista, sus obras se han convertido en referencias fundamentales para quienes buscan comprender y practicar la ética en el periodismo.

El Dr. Javier Darío Restrepo la ética sigue ha hecho claro y profundo su conocimiento ese es su gran legado para el mundo periodístico continúa inspirando y guiando a las generaciones futuras de periodistas. Su compromiso con la ética periodística, su pasión por la verdad y su influencia en la formación de profesionales del periodismo

La falta de identidad profesional es la mayor falta ética del periodista; A la prensa le corresponde desmontar la violencia que hay en las mentes; La mejor virtud de un periodista es saber escuchar.

«La falta de identidad profesional es la mayor falta ética del periodista.» Javier Darío Restrepo

Dr. Amín Cruz, CEO, presidente y Fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Padre y Embajador de la Prensa latinoamericana, Diplomático ante la ONU, periodista, escritor en USA.

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