Los incendios forestales del último lustro están dejando efectos nocivos irreversibles en el suelo, que se reflejan en la composición química y orgánica de la tierra, con resultados fatales a consecuencia de la contaminación del agua, la degradación del aire y la perdida de flora y fauna.
Esta realidad también es consecuencia de la falta de atención a los suelos quemados, el mal monitoreo y la falta de mayores esfuerzos para recuperar las pérdidas y prevenir los riesgos, según un estudio publicado en Nature Reviews Earth & Environment.
Los científicos de la Universidad de Stanford y la Universidad Estatal de Colorado, en un estudio publicado en mayo pasado recomiendan la urgente necesidad de que los países de la región implementen técnicas para monitorear los efectos de los incendios en el suelo y los ecosistemas, con la finalidad de activar planes y programas de recuperación del agua, proteger la flora y la fauna en riesgo.
De acuerdo con el experto en ingeniería ambiental Román Aparicio Rangel, los incendios forestales, tanto naturales como provocados por el hombre, tienen un impacto devastador en los ecosistemas. “Las consecuencias pueden ser inmediatas o a largo plazo, afectando a todos los componentes del medio ambiente.”
Los incendios forestales dejan compuestos orgánicos semi-volátiles (COSV): Sustancias químicas que pueden ser cancerígenas y causar otros problemas de salud a largo plazo; además de metales, como el plomo, el mercurio y el arsénico que pueden contaminar el suelo y el agua, y afectar a la salud de la flora y la fauna.
“Pérdida de flora y fauna son los primeros efectos que se perciben, cuando las llamas consumen vegetación, matando árboles, plantas y animales. Incluso aquellos que sobreviven al fuego pueden verse afectados por la pérdida de hábitat, la escasez de alimentos y la exposición a toxinas en el humo”, dijo.
El investigador y médico especialista en infectología, Sergio Loza Delgado, señaló que los incendios forestales dejan partículas en suspensión (PM) sólidas o líquidas que pueden penetrar profundamente en los pulmones y causar problemas respiratorios, enfermedades cardíacas y otros problemas de salud.
Los incendios despiden gases nocivos, como el Monóxido de carbono (CO), Dióxido de carbono (CO2), Óxidos de nitrógeno (NOx), compuestos orgánicos volátiles (COV) y otros gases que pueden irritar los ojos, la nariz y la garganta, además de contribuir al smog y al cambio climático.
“Los incendios forestales también provocan la contaminación del aire y agua. El humo y las cenizas de los incendios forestales liberan grandes cantidades de gases nocivos y partículas a la atmósfera, lo que puede afectar la calidad del aire y provocar problemas respiratorios. Las cenizas y los sedimentos también pueden contaminar las fuentes de agua, afectando a la vida acuática y al consumo humano”, precisó.
Para en investigador en medio ambiente, Roberto Mollinedo Copa, de los incendios también deviene la degradación del suelo. “El fuego elimina la capa superficial del suelo, rica en nutrientes, lo que lo hace más susceptible a la erosión y lo vuelve menos fértil”. Esto dificulta la recuperación de la vegetación y aumenta el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra.
“De manera indirecta se presenta la alteración de los ciclos ecológicos. Los incendios forestales pueden alterar los ciclos naturales del agua, el carbono y los nutrientes, lo que tiene un impacto en cadena en todo el ecosistema”, explicó.
En 2023, de acuerdo con datos el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus (CAMS, en sus siglas en inglés) ocho países de América del Sur fueron los más afectados por los focos de calor, entre los que se encontraban en primer lugar Brasil, con 189.926; Bolivia, con 42.110; Venezuela con 29.361; seguidos de Argentina (26.235); Paraguay (18.457); Colombia (14.265); Perú (12.522); y Chile (6.184).
Las emisiones de carbono estimadas por incendios en Brasil y Venezuela en el primer semestre de 2023 han sido las más altas de los últimos años, países que soportaron de 4,1 y 5,2 megatoneladas de carbono, respectivamente. También se han estimado emisiones récord de carbono para Bolivia: 0,3 megatoneladas.