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sábado, octubre 11, 2025
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Calor extremo: una amenaza silenciosa para la salud y la dignidad laboral

“La salud no puede ser el precio del trabajo.” Guy Ryder, exdirector de la OIT

En un mundo marcado por el calentamiento global y la intensificación de fenómenos climáticos extremos, el calor se ha convertido en un enemigo invisible que amenaza la vida de millones de trabajadores. Lejos de ser una incomodidad pasajera, el estrés térmico representa una crisis sanitaria, económica y ética que exige respuestas urgentes desde la política pública, la investigación científica y la acción colectiva.

El reciente informe conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) revela una realidad alarmante: más de 2400 millones de personas trabajan en condiciones de exposición directa al calor, generando más de 22 millones de lesiones laborales al año. Esta cifra no solo refleja un problema de salud ocupacional, sino también una profunda desigualdad estructural que afecta especialmente a comunidades rurales, trabajadores informales y poblaciones con menor acceso a protección social.

El cuerpo como territorio vulnerado

El calor extremo impacta directamente en la fisiología humana. Golpes de calor, deshidratación, disfunción renal y trastornos neurológicos son solo algunas de las consecuencias que enfrentan quienes laboran bajo el sol sin sombra, agua ni descanso adecuado. Estos efectos se agravan en personas mayores, con enfermedades crónicas o en condiciones de pobreza, donde el cuerpo se convierte en el primer territorio vulnerado por la crisis climática.

La productividad también se ve afectada: por cada grado que la temperatura supera los 20°C, se pierde entre un 2% y 3% de capacidad laboral. Esta relación entre temperatura y rendimiento no solo compromete la economía, sino que perpetúa ciclos de precariedad, agotamiento y exclusión.

Desigualdad climática y justicia laboral

El calor no golpea a todos por igual. En países del Sur Global, donde gran parte del trabajo se realiza al aire libre y en condiciones informales, el estrés térmico se convierte en una forma de violencia estructural. La falta de políticas laborales adaptadas al cambio climático, la escasa inversión en tecnologías protectoras y la invisibilización de los riesgos en sectores como la agricultura, la construcción y la pesca, configuran un escenario de injusticia ambiental y laboral.

La crisis climática, entonces, no solo es ecológica: es también social y ética. Proteger a los trabajadores del calor extremo implica reconocer que el derecho al trabajo digno incluye el derecho a condiciones seguras, saludables y humanas.

Urgencia de políticas transformadoras

Frente a este panorama, la OMS y la OMM proponen una serie de medidas urgentes:

  • Diseñar políticas de salud laboral adaptadas a cada contexto climático y territorial
  • Capacitar a empleadores, trabajadores y profesionales de la salud para identificar y tratar el estrés térmico
  • Promover tecnologías que protejan sin sacrificar productividad
  • Invertir en investigación aplicada para mejorar las condiciones laborales
  • Involucrar a gobiernos, sindicatos, comunidades y expertos en estrategias sostenibles

Estas acciones deben ser parte de una agenda más amplia que articule los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la justicia climática y la equidad territorial. No basta con mitigar el calor: es necesario transformar las condiciones estructurales que lo convierten en amenaza.

Ética del cuidado y resiliencia comunitaria

En contextos como Guerrero y América Latina, donde tú trabajas incansablemente por la protección de la infancia y la transformación cultural, este desafío adquiere una dimensión aún más profunda. La defensa de los trabajadores expuestos al calor extremo es también defensa de la vida, de la memoria territorial y de los vínculos comunitarios que sostienen la resiliencia frente a la adversidad.

La ética del cuidado debe guiar cada intervención: desde la planificación urbana hasta la gestión pública, desde la narrativa institucional hasta la acción educativa. Porque cuidar a quienes trabajan bajo el sol es cuidar el tejido social que nos sostiene.

“La justicia climática comienza cuando el trabajo deja de ser una condena y se convierte en dignidad.” Vandana Shiva

Dr. Amín Cruz CEO, presidente y fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa y del Congreso Mundial de Prensa; Padre Embajador del Periodismo Hispanoamericano y Latinoamericano, diplomático, periodista, historiador, escritor y educador.

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