
“Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño.” Edgar Allan Poe
El eclipse lunar total del 7 de septiembre de 2025, conocido como Luna de Sangre, no es solo un fenómeno astronómico de gran belleza visual. Es también un acontecimiento cargado de simbolismo, energía y resonancia cultural. A lo largo de la historia, los eclipses han sido interpretados como presagios, portales de cambio, y momentos de introspección colectiva.

El fenómeno astronómico: ciencia y precisión
Desde la perspectiva científica, un eclipse lunar ocurre cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, proyectando su sombra sobre el satélite. Durante la fase de totalidad, la Luna se sumerge en la umbra terrestre y adquiere un tono rojizo debido a la dispersión de Rayleigh: la atmósfera filtra la luz solar, dejando pasar solo las longitudes de onda más largas, como el rojo y el naranja.
El eclipse del 7 de septiembre de 2025 tendrá una duración de 82 minutos de totalidad, lo que lo convierte en uno de los más largos de la década. Será visible en su plenitud desde África oriental, Asia y Australia, mientras que América quedará fuera del alcance visual directo. Sin embargo, su impacto simbólico y energético trasciende la geografía.

La Luna de Sangre: símbolo, mito y memoria
El término “Luna de Sangre” no solo describe el color del satélite durante el eclipse. También evoca una larga tradición de interpretaciones culturales y espirituales. En muchas civilizaciones antiguas, los eclipses eran vistos como señales de crisis, muerte o renacimiento. La luna roja podía anunciar guerras, cambios políticos o transformaciones profundas.
En el imaginario contemporáneo, la Luna de Sangre ha sido resignificada como un momento de introspección, liberación y renovación. Su color carmesí, lejos de ser ominoso, se asocia ahora con la intensidad emocional, la purificación y el despertar espiritual. Esta relectura simbólica permite que el eclipse sea vivido no como amenaza, sino como oportunidad.

Energía astrológica: ciclos, tensiones y redefinición
Desde la astrología, el eclipse lunar del 7 de septiembre se produce en el grado 15 de Piscis, signo mutable y profundamente emocional. La Luna se encuentra conjunta al Nodo Norte y aplicando a Saturno, lo que sugiere un momento de cierre, restricción y reestructuración. El Sol, en Virgo, se alinea con el Nodo Sur, activando temas de orden, salud y trabajo.
Esta configuración plantea una tensión entre lo que la realidad exige y lo que la imaginación desea. Saturno representa los límites, la disciplina y el tiempo; Neptuno, también en Piscis, simboliza la disolución, la evasión y el sueño. El eclipse se sitúa entre ambos, obligando a reconciliar estructura y fluidez, razón y emoción, materia y espíritu.
Para los signos mutables Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis este eclipse puede activar procesos de redefinición personal, profesional y relacional. Pero más allá del horóscopo, el evento invita a todos a revisar sus vínculos, sus creencias y sus ciclos internos.
Rituales y prácticas: el eclipse como acto simbólico
En muchas tradiciones espirituales, los eclipses son momentos propicios para realizar rituales de limpieza, intención y manifestación. Encender una vela blanca, escribir deseos, quemar hojas de laurel o realizar lavados energéticos con sal son prácticas que permiten canalizar la energía del eclipse hacia la transformación personal.
Estos actos no requieren ver el eclipse directamente. Basta con reconocer su presencia, conectarse con su simbolismo y permitir que su sombra ilumine lo que necesita ser soltado. El ritual, en este contexto, no es superstición: es lenguaje simbólico, es gesto poético, es afirmación de voluntad.
¿Qué nos enseña la Luna de Sangre?
El eclipse lunar de septiembre de 2025 nos invita a pensar en la relación entre lo visible y lo invisible, entre lo astronómico y lo emocional, entre el cielo y la tierra. Nos recuerda que los ciclos celestes no son ajenos a nuestra experiencia humana: los espejan, los amplifican, los interpelan.
En un mundo marcado por la velocidad, la fragmentación y la incertidumbre, mirar al cielo puede ser un acto de resistencia. El eclipse, con su pausa, su sombra y su color, nos obliga a detenernos, a contemplar, a reordenar. Nos recuerda que incluso en la oscuridad hay belleza, y que toda desaparición es también una posibilidad de renacimiento.
La Luna de Sangre del 7 de septiembre de 2025 es más que un espectáculo astronómico. Es una metáfora viva de los procesos humanos: de lo que se oculta para revelarse, de lo que se transforma para evolucionar. Desde la ciencia hasta el mito, desde la astrología hasta el ritual, este eclipse nos convoca a mirar hacia arriba, pero también hacia adentro. Porque en cada sombra proyectada sobre la Luna, hay una luz que nos invita a cambiar.
“La oscuridad no es el opuesto de la luz, sino su complemento: sin sombra, no hay profundidad.” Clarissa Pinkola Estés

Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Analista y comentarista mexicana, de Chilpancingo de los Bravo del Estado de Guerrero E-mail periodistaaaguilar@gmail.com