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viernes, octubre 10, 2025
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Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2026: Cuatro prioridades, una deuda global

“El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza.”  Leonardo da Vinci

El agua como frontera ética del siglo XXI

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2026 se presenta como un momento bisagra en la historia de la gobernanza global. En un contexto marcado por la intensificación de la crisis climática, la escasez hídrica y la fragmentación política, el agua emerge no solo como recurso, sino como símbolo de interdependencia, vulnerabilidad y posibilidad. A diferencia de otras cumbres centradas en tratados, esta conferencia se enfoca en la implementación, lo que abre una ventana única para pasar de la retórica a la acción.

Sin embargo, el enfoque dominante basado en eficiencia, inversión y escalabilidad corre el riesgo de reproducir lógicas extractivistas si no se acompaña de una ética del cuidado, una justicia territorial y una participación vinculante de las cuatro prioridades delineadas en el Water Futures Report, contrastándolas con las voces de los pueblos, los saberes ancestrales y las urgencias del presente.

Valorar el agua: ¿mercado o memoria?

La primera prioridad propone crear un marco común para valorar el agua y el riesgo. Aunque esta iniciativa busca corregir la subestimación del agua en los sistemas financieros, su enfoque economicista invisibiliza dimensiones fundamentales: el agua como derecho humano, como vínculo espiritual, como memoria territorial.

Valorar el agua no puede reducirse a monetizarla. Debe implicar reconocer su papel en la reproducción de la vida, en la cultura de los pueblos y en la soberanía alimentaria. Un marco ético de valoración debe incluir criterios de justicia hídrica, respeto a los ciclos naturales y reconocimiento de los derechos de la naturaleza.

Invertir sin despojar: justicia financiera para el agua

La segunda prioridad —identificar mecanismos escalables para la inversión en agua— plantea una necesidad urgente: movilizar capital hacia infraestructura hídrica. Pero ¿quién decide qué se financia y con qué criterios? ¿Qué territorios quedan fuera de esa lógica de rentabilidad?

La inversión debe estar condicionada a principios de equidad, sostenibilidad y gobernanza comunitaria. Las alianzas público-privadas no pueden convertirse en vehículos de privatización encubierta. Es necesario garantizar que los proyectos respondan a las necesidades reales de las comunidades y no a intereses corporativos.

Escalar lo local sin borrar lo territorial

La tercera prioridad propone expandir iniciativas exitosas a nivel de cuenca. Este enfoque reconoce el valor de lo local, pero corre el riesgo de homogeneizar soluciones sin respetar la diversidad ecológica y cultural.

La escalabilidad debe ser crítica, no mecánica. Requiere aprender de los procesos territoriales, respetar los saberes ancestrales y garantizar la participación activa de los titulares de derechos. Las cuencas no son solo unidades hidrológicas: son territorios vivos, con historia, conflicto y esperanza.

Políticas que habiliten, no que impongan

La cuarta prioridad dar visibilidad a políticas exitosas destaca el papel de la regulación como catalizador de innovación. Ejemplos como Singapur o Ruanda muestran que las políticas habilitadoras pueden transformar el acceso y la gestión del agua.

Pero la replicación de modelos debe considerar las desigualdades estructurales. Las políticas deben ser co-creadas con actores locales, adaptadas a contextos específicos y orientadas a garantizar el derecho al agua. La innovación no debe ser solo tecnológica, sino también institucional, cultural y espiritual.

De la implementación técnica a la transformación ética

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2026 será histórica si logra convertir la diversidad de voces en decisiones vinculantes. La consulta global previa con más de 478 organizaciones participantes muestra una voluntad de apertura, pero la verdadera participación implica poder de decisión, reconocimiento de saberes y redistribución de recursos.

El agua no puede seguir siendo tratada como mercancía ni como externalidad. Es tiempo de reconocerla como fundamento de la vida, como vínculo entre generaciones, como espejo de nuestras decisiones colectivas. La resiliencia hídrica no es solo una meta técnica: es una promesa ética.

“El agua no es solo una sustancia: es una relación.” Vandana Shiva

Dr. Amín Cruz CEO, presidente y fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa y del Congreso Mundial de Prensa; Padre Embajador del Periodismo Hispanoamericano y Latinoamericano, diplomático, periodista, historiador, escritor y educador

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